Tendré que colgar de un hilo
apostar el último pelo de mi cabeza
no besar de nuevo los vientos pasados;
mudar de ojos, para ya poder olvidar.
Borraré mis libros
dejaré historias a medias
sin pesar mi corazón
y odiar la nostalgia.
¿Qué haré ahora?
Las horas se escriben igual
pero el día es otro lienzo
con un azul más oscuro
que el que se presentó ayer.
Ya no se trata del quién;
de la mano atada a la mía
del corazón ajeno y acompañante
que a mi cabello soplaría.
Ya será de menos lo pasos
cada nota de las hojas
porque todo será para mí.
El detalle del sol
el espejo de la luna;
las sonrisas futuras
las canciones mal hechas
las injurias pospuestas,
todo lo que incita al plan
la de pensar antes de quemar.
Porque no todos bailamos
sin música a la par
mucho menos entre sombras
que devoran la dicha
y la esperanza de estar
más cerca de la dadiva
de la vida en paz.
Tendré que colgar de un hilo
reír de la soledad
jugar con los miedos
apagar cada lámpara.
Encenderé cada fuego
que proviene de cada dedo;
y cada canción del suelo
llenará de orgullo
cada tropiezo.
Sí, colgaré de un hilo
sin meditarlo;
sólo tirándome al fondo
quedando como adorno.