¿Qué hay de malo atentar
contra el soplo propio?
Si no es más que un esfuerzo
innecesario que nadie pidió.
Arrastrado a la luz
atado a las rocas
viendo comer los panes
sin sorber las migas.
No hay futuro en las orillas
menos en el precipicio.
¿Qué hay de malo atentar
contra el soplo propio?
Si no es más que un esfuerzo
innecesario que nadie pidió.
He querido correr hasta la meta
pero lo vacío de mi bolsa
la tierra impregnada en mi cabellera
y llena las manos de piedras;
no saldan la oportunidad
no dejan correr
no dejan alcanzar.
¡De qué sirven los dones!
¡De qué los deseos!
Si a sorbos de agua estamos
si con aires nos llenamos.
¿Qué hay de malo atentar
contra el soplo propio?
Si no es más que un esfuerzo
innecesario que nadie pidió.
Porque si he de expirar
que se a mano propia
y no de la bofetada
que deja el hambre
que deja el desespero.