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No podía sentir otro frío
si no sólo el tuyo.
Tenía la puerta abierta
las manos colgadas;
una pregunta
y tu “no”
por respuesta.
No podía imaginar otro corazón
junto al mío
ni grande
ni pequeño.
¿Qué no estabas muy lejos
de mi vida?
Que incluso el sol
posaba en mi mano
y tu corazón
a dos centímetros
del fin de la eternidad.
Pero todo es en vano;
no podía imaginar,
no podía sentir
algo fuera de ti.
No podía creer
que el camino fuera
tan largo y doloroso
e inservible.
Porque al final
tú no estabas ahí
ni tu sombra
ni tu amor de sobra.
No podía gritar;
porque no sería escuchado.
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