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Tal vez sí haya lugar
para los de alma rota,
donde el corazón no arda
donde no duela respirar.
Tal vez sí
pero no hay camino
ni pistas por seguir,
el sol se ha ido;
el mar nos cubre de a pocos.
No hay alma en pie
ni corazón consiente
que grite que no siente
lo caliente
de esta soledad.
¿Cuál sería el camino?
¿A tientas he descubrirlo?
O ¿podría aquel Dios
de pueblos
de naciones
guiarme?
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